12 febrero, 2011

A la sombra de Europa

Ser tolerante no es fácil. Requiere disposición para tolerar puntos de vista que uno considera ofensivos y el estar preparado para aceptar que ninguna idea debería ser incuestionable. Tolerar creencias que son hostiles a las nuestras requiere cierto grado de confianza en nuestras propias convicciones y también estar dispuestos a correr riesgos. La tolerancia fomenta la libertad de los individuos para reivindicar ciertas creencias y le proporciona a la sociedad en general una oportunidad para conocer mejor la verdad alentando un conflicto de ideas.

Desde hace algún tiempo, a muchas sociedades europeas les cuesta alcanzar un consenso mediante el cual poder afirmar logros pasados y los valores básicos que defienden. Los símbolos y las convenciones tradicionales han perdido mucho de su poder para entusiasmar e inspirar; en algunos casos han sufrido un daño irremediable. La constante polémica que envuelve a la enseñanza de la historia es fiel reflejo de ello. Cuando la generación dirigente siente que las historias e ideales con los que crecieron “han perdido su relevancia” en nuestro nuevo mundo, le cuesta mucho transmitir esas historias e ideales a sus hijos de una manera convincente.

No obstante, los responsables de formular políticas y los educadores reconocen de manera intuitiva que este es un problema que necesita ser tratado. Pero la provisión de valores “relevantes” bajo demanda rara vez tiene éxito, ya que a diferencia de las convenciones que estaban ligadas al pasado orgánicamente, estos valores tienden a ser artificiales, si son bien intencionados, construcciones abiertas al desafío. A diferencia de las costumbres y convenciones que se consideran sagradas, los valores construidos deben de justificarse regularmente.

No tiene mucho sentido seguir culpando al multiculturalismo de los profundos problemas a los que nos enfrentamos hoy en día. Pongamos todos los medios necesarios para acabar con el multiculturalismo estatal ya que, al menos, eso nos permitiría afrontar el problema subyacente: la crisis de la sociedad en cuanto a valores y significado. Pero no dejemos que decaiga nuestro compromiso para conseguir la tolerancia. La tolerancia sigue siendo una virtud muy importante, ya que se toma a los seres humanos muy en serio.
Edición: Bartomeu Ramos
Fuente: Frank Furedi

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