08 julio, 2012

El éxito de Europa

La idea de una unión europea nació como reacción a la irracionalidad y barbarie de la primera y la segunda guerras mundiales, que fueron sendas guerras civiles europeas desencadenadas por el nacionalismo de Estado. los movimientos de resistencia surgieron en los países ocupados por los nazis cuando, al derrumbarse sus estados nacionales y ser reemplazados por gobiernos colaboracionesitas de matriz nacionalista, los resistentes encontaron una consigna política positiva que les permitió expresar el carácter popular de su lucha. esta consigna fue "Europa".

El objetivo que buscaban los "padres fundadores" era constituir, con el tiempo, unos Estados Unidos de Europa que evitasen el estallido de nuevas guerras. Pero -prudentes por el desastre vivido y conscientes de los atavismos que encarna los estados nación- promovieron inicialmente un mercado único, con la esperanza de que el roce provocado por este facilitaría primero una mayor integración económica y, luego, una auténtica unión política. El éxito inicial de este difícil proceso no hubiese sido posible sin la previa reconciliación franco-alemana que se formalizó ahora hace medio siglo, durante el viaje de Adenauer a París, iniciado el 2 de julio de 1962. De hecho, el 14 de septiembre de 1958, pocas semanas después de que De Gaulle volviese al poder, se reunió en Colombey-les-deux-Eglises con Adenauer. Fue -según palabras de De Gaulle- "un encuentro histórico entre este viejo francés y este alemán muy viejo". Se reunieron cuarenta veces. Y dejaron establecido el eje franco-alemán.

A partir de aquel momento se consolidó un núcleo inicial "carolingio" que, en virtud de sucesivas ampliaciones, ha llegado a los veintisiete estados miembro actuales, siempre bajo el influjo de la misma idea: que una progresiva unificación el el ámbito económico daría lugar a una gradual unificación política. A esta idea respondió la aventura -arriesgada pero plena de coraje- de la creación de una moneda única: el euro. Y esta misma idea se ha mantenido vigente mientras ha durado la bonanza económica. Parecía no importar la demora en la construcción política, y no preocupaba que la aprobación de la Constitución europea encallase en Francia y en Holanda. El mercado único -se creía- lo arreglaría todo. Mas estalló la crisis económica, y entonces se percibieron los efectos demoledores que para la Unión Europea tiene el hecho de que a la unión monetaria no haya seguido una unificación de la política económica y de la política fiscal, como si fuese posible y viable aquella sin estas.

Pero la necesidad crea virtud, y ha sido en esta situación de crisis cuando se ha percibido claramente que la desaparción del euro acarrearía el hundimiento de la UE y la pérdida de las enormes ventajas de todo tipo que esta comporta para todos sus miembros. Y, al percibirse, se ha renovado el impulso federalizador con los acuerdos sobre una unión fiscal y una unión bancaria, que implicarán -al materializarse- unas cesiones de soberanía tan trascendentes como irreversibles.

La Unión Europea fue el proyecto político más ambicioso del siglo XX y será -si se consolida- uno de los actores pricinpales del siglo XXI. en este caso, y más allá del éxito espléndido que supondría para la misma europa, el mundo globalizado también se beneficiaría de ver realizados y operativos aquellos valores de la cultura europea que tienen alcance universal.

Artículo: Opinión "La Vanguardia"